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+ HERMANO PABLO

(1930- 1998) 
 

 

“¡Vivan la vida con fe, esperanza y amor!” 


Paúl Feldman Sobbe, mejor conocido como el Hermano Pablo, Nació el 24 de Junio de 1930 en Münster, Alemania. Ingeniero Mecánico de profesión.

Sus primeros valores morales y espirituales vinieron de su familia. En el se forjo la responsabilidad, el verdadero significado del trabajo y de una fe firme que le permitió gozar su existencia en esta tierra.
El Señor lo llama a consagrarse  el 5 de noviembre de 1953, en la Congregación de los Hermanos Canisianos, en el convento del Sagrado Corazón de Vreden, Alemania. Congregación fundada en el año de 1854, cuyo nombre fue tomado de San Pedro Canisio, hombre que trabajó intensamente en la Pastoral Social. Hoy los Hermanos Canisianos continúan esta labor, además de trabajar con jóvenes y abrir talleres para gente incapacitada.

 

El 6 de mayo de 1956 el Hno. Pablo realiza sus primeros votos, y tiempo después dirige un taller mecánico de Martinistiff en Appenhülsen, siendo responsable de la formación de jóvenes.

 

En el año de 1969 el Hno. Pablo llega a México para colaborar con dos hermanos de la Congregación en el apenas formado convenio de amistad entre la Diócesis de Tula y Münster. Es justamente en esos años en que él llega al Valle del Mezquital, adentrándose hasta Cardonal. Lugar donde se preocupó desde el primer momento por crear fuentes de trabajo y evitar así la salida de los jóvenes hacia otras partes del país y fuera de él, además de evitar con ello la desintegración familiar.

 

Tras hablar con el Obispo de Tula Jesús Sahagún crea el taller-escuela del Centro Social de Cardonal para dar trabajo a los  habitantes del lugar, del municipio y sus alrededores, permitiendo que muchos de ellos mejoraran su condición de vida.

 

Realizó las gestiones para traer la electricidad y el agua potable a Cardonal. Intervino en la creación de obras para mejorar la vida familiar como: construcción de casa y capillas, entre otros.  

     
     
     

Tuvo también preocupación en lo referente a la ecología y en especial a la existencia del lirio acuático en presas, lagos y embalses lo que le llevó a crear una máquina trituradora de lirio.
 
 
 
     

Fue gestor en gran parte de la instalación del Colegio de Bachilleres de Cardonal y participó en el grupo que organizó la creación de la Universidad Tecnológica del Valle del Mezquital en el año de 1995. No pudo ver culminada su última obra, la cual consiste en la perforación de un pozo de agua potable  que vendría a saciar la sed que los pobladores de Cardonal han sufrido durante años.

 

Después de vivir 29 años en Cardonal, dejó de existir la mañana del 17 de junio de 1998 en la Cd. de México, tras sufrir un lamentable accidente el día anterior, alrededor de las 5 de la tarde al momento de reparar una máquina en su taller-fábrica de implementos agrícolas que él mismo creó.

 

Sin embargo, su insaciable servicio a las personas, su alta capacidad y versatilidad profesional y su trabajo con la gente, le permitió ser solicitado y apreciado por muchos pueblos, grupos, instituciones y personas en particular, convirtiéndose en portador de esperanza para el Valle del Mezquital, región marcada por la pobreza y necesidad.

 

El Hno. Pablo, hombre que vivió y brindó bondad a los necesitados, hombre que actuó de manera, serena eficaz, compartiendo con las familias y comunidades sus alegrías, anhelos y problemas, hombre que quiso ser amigo, hermano y padre.

 

A su deceso el pueblo de Cardonal, decidió que en su memoria sus restos mortales descansaran junto a los de otro ilustre personaje de esta población, el Lic. Jesús Zenil, dentro de una capilla anexa debajo de la torre campanario del Templo de la Purísima Concepción sede de la Parroquia, esto  en gratitud por toda su labor incansable en beneficio y mejora de sus hermanos del pueblo de Cardonal ..

     

 


  

DESPEDIDA DE LA CASA DEL PADRE

 

 

Mis entrañables y amados hermanos de sangre y religión, amigos y hermanos del sufriente, noble y fiel pueblo HÑAHÑU, a quienes entregué los veintinueve años últimos de mi existencia terrena, amigos y hermanos en el Señor Jesús:

 

No tuve tiempo de despedirme de ustedes porque la muerte me sorprendió, como ladrón nocturno. Por eso ahora, desde la eternidad, desde la  Casa que el Padre me ha preparado, quiero despedirme y agradecerles, de todo corazón que se hayan reunido alrededor de mis restos mortales en fe y oración, para expresarme su amor y rogar a Dios por mi eterno descanso.

 

Ustedes me conocieron y saben que fui un hombre de pocas palabras, porque me gustó hablar más con obras que con palabras. Sin embargo, ahora que dejé entre ustedes las obras que Dios me permitió realizar, les voy a hablar con palabras para expresar los sentimientos más profundos de mi corazón, que siempre tuve, que me fue difícil expresar cuando vivía entre ustedes.

 

Tuve la dicha de formar parte de una numerosa familia campesina de Alemania, muy cristiana, que me forjó en la responsabilidad, el trabajo y en una fe firme, que me iluminó siempre para poder vivir con sentido cristiano mi existencia terrena. El Señor me llamó a que consagrara a Él mi vida, como Hermano Canisiano, y con mis naturales limitaciones luché por ser fiel a Dios en mi consagración.

 

En 1969 que llegué a este árido Valle del Mezquital, en mi vida brilló un nuevo sol: ví que Dios me pedía vivir mi consagración hacia El, en mi entrega y servicio desinteresado a ustedes, amadísimos hermanos hñahñus para ayudarles a encontrar mejores condiciones de vida material, humana, cultural y espiritualmente. En mi mente estaban presentes aquéllas palabras de Jesús: “…Cuanto hicieron alguno de estos mis hermanos, más pequeños a mi me lo hicieron” (Mateo 25,40). Ahora confirmo que elegí la mejor parte: opté por los más pequeños y El Señor me ha dicho: “¡Muy bien, siervo bueno y fiel !”…Entra en el gozo de tu Señor” (Mateo25, 23).

 

Viví siempre cerca de ustedes, compartiendo la vida: mi vida era para ustedes y la vida de ustedes era parte de la mía. Quise ser amigo, hermano y padre; recibí de muchos de ustedes sus confidencias, les di palabras de consejo y aliento según Dios me inspiraba. Los amé con amor profundo, por eso decidí vivir y morir entre ustedes. Sabía que ustedes me amaban con tal sencillez, nobleza y fidelidad que los caracteriza y ahora compruebo al ver que han comentado mi muerte y con tristeza lloran mi ausencia ¡Gracias! Sean hombres y mujeres llenos de la fuerza que sólo les puede dar la fe y esperanza cristianas. Les Puedo decir que la muerte es muy dolorosa, es perder de pronto en un instante todo; pero también es inundarse de luz y años para siempre. Esto es lo que ahora vivo. A ustedes que aún continúan su peregrinar sobre la tierra, les quiero decir: ¡Vivan la vida con fe, con esperanza, con amor!, la riqueza del mundo es Jesucristo. Hay que vivir de su amor para darlo a los demás; así lo pensé cuando estaba entre ustedes y hoy lo puedo confirmar inundado de la luz beatífica de Dios, con una visión perfecta de todo lo creado. El Señor me llevó por el camino de una vida sencilla, austera, humilde, de trabajo y de entrega total a ustedes. No busqué nada para mí: ni prestigio, ni reconocimiento, ni honores, ahora lo tengo todo. El amor de Dios me ha llenado plenamente.

 

Quisiera alargarme mucho mas en esta despedida, pero sé que para ustedes el tiempo cuenta mucho, en cambio la eternidad es un vivir de amor, sin prisas y sin angustias. Como humano que fui estuve lleno de defectos y debilidades. ¡Perdón! A quienes ofendí, a quienes no comprendí. ¡Gracias!, a quienes me acompañaron con su oración hasta mi última morada. A todas aquellas personas de quienes recibí un favor en la vida y también a quienes no me comprendieron, pero se fijaron en mí y me ayudaron ¡Gracias!

 

Reciban un abrazo lleno de amor de Dios, que ahora disfruto. Pido al Señor por todos ustedes. Sigo viviendo entre ustedes, unidos en el Señor, ahora más que nunca.

 

 

¡LOS ESPERO EN CASA DEL PADRE!

 

Los sigo amando con amor eterno:

 

+ HERMANO PABLO FELDMAN

  

     




 

 

 

 

 

 

 

 

 

       

 

 

 

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